Blog redactado para el número de octubre de la Revista – “Yo Compro. Guía de Compras España – Andorra”.
Hay muchas opiniones y frases sobre el poder, como sobre el amor. Puedes hablar de ella con humor y de manera crítica, o puedes hablar con seriedad y respeto. La idea de que “el poder es femenino, por eso los hombres lo aman tanto” me hace sonreír. Pero la afirmación de Ernest Hemingway de que “la vida es un juego cuyo objetivo final es el poder” hace que uno se pregunte si la posesión es realmente la corona de nuestra existencia.
Los humanos somos criaturas extrañas. Por un lado, nuestra naturaleza es muy simple: vivimos para el placer. Por otro lado, tenemos una estructura increíblemente compleja, una maraña de valores, motivos y necesidades. Para mí, una persona es curiosa porque, a menudo, siempre le falta algo. Persigue sus deseos, como los espejismos, y habiéndolos alcanzado, inevitablemente se esfuerza por alcanzar nuevos ideales. Este, probablemente, es el secreto del desarrollo humano.
Estoy asombrado de cómo la gente puede conquistar las furiosas olas del océano, los rápidos picos de las montañas e incluso la gravedad de la tierra. Una persona logra hacer frente a las fuerzas de la naturaleza, las pruebas de la vida, las limitaciones. Y es aún más sorprendente que el poder sobre nosotros mismos nos sea dado con tanta fuerza. Las emociones a menudo se apoderan de nosotros y en un torrente desenfrenado, rompiendo las presas de nuestro autocontrol, son llevadas en una dirección desconocida. Entonces, ¿no es el autodominio la culminación del poder que todos deberían comprender?
En el arte del autocontrol, veo un recurso para la formación, el desarrollo y la fortaleza espirituales. Al superar nuestros miedos y preocupaciones, podemos lograr mucho en nuestras relaciones con los demás, en nuestras carreras y en los negocios, y en nuestro mundo interior, en nuestra confianza en nosotros mismos, paz y autosuficiencia.
Cualquiera que sea la jerarquía de objetivos y necesidades que la gente construya, al final todos luchamos por la felicidad. Por eso creo que un aspecto clave de nuestra antigua lucha por el poder es que la vemos como una de las formas de lograr la felicidad. Este último, para la mayoría de las personas, es todo un complejo de componentes, y cuanto más se corresponde con nuestros verdaderos deseos, más felices nos sentimos.
Si el poder nos brinda tantos placeres, recursos y el deseo por él es inherente a nuestra naturaleza, ¿tiene algún sentido renunciar a él? Creo, por el contrario, que vale la pena utilizar una energía inspiradora tan poderosa. Estoy a favor del poder constructivo y constructivo, del poder de un individuo autosuficiente y, sobre todo, de sí mismo.
